Educados en el desprecio


Es cínico decirle a una persona como debe vivir si realmente esa persona no te importa nada. Que en las escuelas de arquitectura se enseña muy poco de lo que realmente es esta profesión es algo sabido y que nosotros hemos sufrido y sufrimos en carne propia, pero lo que realmente convierte a las escuelas en culpables directas del actual estado de las cosas es la falta de respeto que se muestra hacia la opinión y criterio de las personas ajenas a nuestra profesión.

Que la mala praxis existe es algo evidente (no hay más que darse una vuelta por cualquier periferia de ciudad), que los culpables son sólo los otros, o lo que es peor, los vendidos que trabajan para los otros ya es algo más discutible. Un edificio no es más que el resultado visible y palpable de múltiples condicionantes ya sean materiales, personales o mentales, obviarlos o negarlos causará, en el mejor de los casos incomprensión y, en el peor rechazo. Que en toda la carrera no hayamos hecho un solo proyecto con presupuesto limitado, que no hayamos recibido una sola clase de un constructor o promotor o, ya puestos, de cualquier persona ajena a la arquitectura y la construcción, son solo algunos ejemplos del desprecio que se muestra en las escuelas hacia todo lo que no sea el arquitecto y su mundo. Nos parece hasta entendible el descrédito que parte de la sociedad muestra hacia la figura del arquitecto, viendo la falta de respeto con la que se trata desde las escuelas a esa misma sociedad.

Nosotros tenemos muy claro que para que una obra salga bien, sea del tipo que sea, es necesario el buen hacer de todos los agentes implicados en la misma (constructor, promotor y técnicos). Una educación basada en la negación continua de dos de esas partes es un despropósito y más aún si tenemos en cuenta que parte de la labor del arquitecto es la de coordinarlas.
En nuestra profesión abundan los problemas, muchos de éstos son ajenos a nosotros y otros no. Lo que está claro es que, como ocurre en muchos ámbitos de la vida, hay cosas pueden solucionarse con una mejor formación, humana y profesional.